Artrosis
La
artrosis es una enfermedad producida por el desgaste del cartílago, un
tejido que hace de amortiguador protegiendo los extremos de los huesos y
que favorece el movimiento de la articulación. Es la enfermedad
reumática más frecuente, especialmente entre personas de edad avanzada.
Se presenta de forma prematura en personas con enfermedades genéticas
que afectan al tejido conectivo como el Síndrome de Ehlers-Danlos y el
Síndrome deHiperlaxitud articular.
Causas
Las causas de la artrosis son múltiples y a menudo
aparecen juntas en la misma persona, por lo que sus posibilidades de
desarrollar la enfermedad aumentan.
- Envejecimiento: La artrosis es una enfermedad de personas mayores. El desgaste de la articulación producida por el uso durante años, junto con una menor capacidad de recuperación de los tejidos al aumentar la edad, son factores importantes.
- Herencia: En algunos casos, por ejemplo la artrosis de las articulaciones de las manos, existe una predisposición familiar, principalmente entre las mujeres.
- Obesidad: La obesidad predispone a la artrosis en las caderas y rodillas ya que el sobrepeso acaba dañando el cartílago articular.
- Trastornos por sobrecarga: Cuando la forma de la articulación o de un miembro no es la normal, por ejemplo cuando las piernas están torcidas o una pierna es más larga que la otra, se produce un desgaste mayor en toda la articulación o la parte de ella que soporta mayor peso.
- Lesiones locales: Cuando se producen fracturas, golpes importantes o inflamaciones de cualquier causa en una articulación, la recuperación nunca es completa y el cartílago tiene predisposición a alterarse más pronto.
- Exceso de uso: Produce el desarrollo de artrosis temprana o en lugares poco frecuentes como el hombro en jugadores de balonmano, rodillas en futbolistas, el codo en trabajadores con martillos neumáticos o las articulaciones de los nudillos de las manos en labradores.
Diagnóstico
El diagnóstico de la artrosis es sencillo, y se basa
en la evaluación de los síntomas y en la exploración física que realiza
el médico al paciente. El médico valora qué síntomas tiene el enfermo,
dónde se localizan, cómo es el dolor, en qué circunstancias mejora (con
el reposo) o empeora (al subir o bajar escaleras, al abrir o cerrar
grifos…). También interroga sobre qué otras enfermedades padece el
enfermo, qué tratamientos está recibiendo, y si él o algún familiar
padecen o han padecido algún tipo de enfermedad reumática, traumatismo o
lesión articular previos.
Con la exploración física, el médico puede observar
cuáles son las articulaciones afectadas y qué grado de severidad tiene
la artrosis. Para ello, se inspecciona la articulación y se palpa su
superficie para determinar los puntos dolorosos. También se evalúa qué
rango de movilidad tiene, determinando cuáles son los movimientos que
desencadenan los síntomas.
Las radiografías permiten confirmar el diagnóstico
de artrosis, al poderse constatar en las articulaciones los cambios
radiológicos típicos de los procesos artrósicos. Mediante los estudios
radiológicos se puede determinar de una forma mucho más precisa la
severidad de la artrosis.
Los análisis de sangre no tienen ninguna utilidad
para diagnosticar la artrosis. Todos los resultados que se determinan
son siempre normales en la artrosis, incluyendo las denominadas “pruebas
reumáticas”. La única indicación para realizarlos es para confirmar con
su normalidad el diagnóstico de artrosis, descartando otras
enfermedades reumáticas que sí producen algunas alteraciones en los
análisis de laboratorio. Por ejemplo, en las artritis están alteradas la
velocidad de sedimentación de la sangre, el factor reumatoide y otras
pruebas reumáticas; en la gota el ácido úrico está alto…
Otras pruebas más modernas y sofisticadas
(resonancia magnética, scaner, gammagrafía ósea) tampoco son necesarias
para el estudio de un paciente con artrosis. El médico únicamente puede
considerar indicada su realización en los casos aislados en los que se
sospecha que, además de la artrosis, existe alguna otra complicación
asociada (rotura de menisco en la rodilla, hernia discal o afectación de
los nervios espinales en la artrosis de columna, por ejemplo).
Síntomas
El dolor de las articulaciones y la imposibilidad de
realizar movimientos normales a partir de los 40 o 50 años, son
síntomas claros de un cuadro de artrosis.
El dolor aparece al realizar algún movimiento o
cargar algún peso, es muy frecuente que el inicio de la artrosis tenga
su primera manifestación al cargar las bolsas del supermercado. La
persona necesita descansar unos minutos y el dolor así como la falta de
movilidad desaparecen, razón por la cual no es sino hasta bien avanzada
la enfermedad, cuando se suele consultar con un especialista.
Tratamiento
El tratamiento de la artrosis incluye medidas
farmacológicas y no farmacológicas dirigidas a aliviar el dolor y a
mejorar la función articular.
El tratamiento farmarcológico debe de comenzar por
el uso de analgésicos simples ( por ejemplo, Paracetamol ), pudiéndose
añadir después antiinflamatorios no esteroideos ( por ejemplo Ibuprofeno
y Naproxeno sódico ) o plantearse la administración intraarticular (
infiltración ) intermitente, de córticoesteroides.
El tratamiento no farmacológico incluye la educación
del paciente, ejercicios para recuperar el movimiento articular e
incrementar la fuerza muscular y la capacidad aeróbica, reducción del
peso sobre las articulaciones dolorosas y aplicación de calor y frío
para mejorar el dolor.
En articulaciones gravemente dañadas, puede ser
necesaria la cirugía reparadora o reemplazadora (prótesis articulares),
para suprimir el dolor y restaurar la función.
Prevención
Reducir los factores de riesgo que se asocian
directamente a la artrosis como la obesidad, el sedentarismo o los
deportes muy bruscos.
• Practicar ejercicio físico, en especial aeróbico
(bicicleta, caminar…), ya que incrementan la masa muscular y mejoran la
nutrición del cartílago.
Fuente: noticiassalud.com
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